Nochebuena

Al callar la orquesta, pasean veladas

sombras femeninas bajo los ramajes,

por cuya hojarasca se filtran heladas

quimeras de luna, pálidos celajes.

Hay labios que lloran arias olvidadas,

grandes lirios fingen los ebúrneos trajes.

Charlas y sonrisas en locas bandadas

perfuman de seda los rudos boscajes.

Espero que ría la luz de tu vuelta;

y en la epifanía de tu forma esbelta,

cantará la fiesta en oro mayor.

Balarán mis versos en tu predio entonces,

canturreando en todos sus místicos bronces

que ha nacido el niño-Jesús de tu amor.